Los efectos de la falta de sueño van más allá de estar cansado al día siguiente. Un estudio de la Universidad de Illinois sugiere que el descanso de calidad es uno de los valores más importantes de la familia, pues si los padres duermen bien las horas suficientes, sus hijos en edad preescolar también tenderán a tener un sueño reparador y eso se traduce en un menor riesgo de ser obesos.
Según Barbara Fiese, directora del Family Resiliency Center de la citada universidad norteamericana, “los progenitores deberían convertir el descanso en una prioridad familiar. Las rutinas de sueño afectan a todos los habitantes de la casa, pues los padres no suelen descansar bien hasta que sus hijos pequeños están dormidos”.
Por otra parte, diversas investigaciones muestran que padres, madres e hijos suelen engordar cuando duermen mal y poco. Fiese sugiere que habría que limitar el tiempo de ver la televisión y mirar pantallas, tabletas y consolas a los niños a un máximo de dos horas diarias, y siempre obligarles a dejar de hacerlo al menos media hora antes de irse a la cama.
Y por supuesto, nada de tener televisión en el cuarto donde duermen. Dedicar un rato a una actividad relajante y rutinaria, como darles un baño o leer juntos, así como asegurarse de que duerman las diez horas recomendables para los críos de poca edad es fundamental.
Por su parte, los adultos deberían seguir sus propios hábitos relajantes, según afirma Barbara Fiese: "Cada vez sabemos más sobre la importancia de desconectar al menos media hora antes de irse a la cama. Apagar los aparatos electrónicos, pantallas, incluso e-books y dedicarse a algo que ayude a relajarse y coger el sueño es clave”.
Aunque aún no se ha identificado el mecanismo exacto, sí se sabe que un sueño reparador ayuda a regular el metabolismo y a reducir la incidencia de la obesidad tanto en los adultos como en los niños en edad preescolar.
Para los padres, se recomienda un mínimo de siete horas diarias de sueño, y para los niños, no menos de diez. También es importante seguir horarios fijos para las comidas y, como dijimos antes, nunca tener televisión en el dormitorio.
Fuente.- muyinteresante.es
Según Barbara Fiese, directora del Family Resiliency Center de la citada universidad norteamericana, “los progenitores deberían convertir el descanso en una prioridad familiar. Las rutinas de sueño afectan a todos los habitantes de la casa, pues los padres no suelen descansar bien hasta que sus hijos pequeños están dormidos”.
Por otra parte, diversas investigaciones muestran que padres, madres e hijos suelen engordar cuando duermen mal y poco. Fiese sugiere que habría que limitar el tiempo de ver la televisión y mirar pantallas, tabletas y consolas a los niños a un máximo de dos horas diarias, y siempre obligarles a dejar de hacerlo al menos media hora antes de irse a la cama.
Y por supuesto, nada de tener televisión en el cuarto donde duermen. Dedicar un rato a una actividad relajante y rutinaria, como darles un baño o leer juntos, así como asegurarse de que duerman las diez horas recomendables para los críos de poca edad es fundamental.
Por su parte, los adultos deberían seguir sus propios hábitos relajantes, según afirma Barbara Fiese: "Cada vez sabemos más sobre la importancia de desconectar al menos media hora antes de irse a la cama. Apagar los aparatos electrónicos, pantallas, incluso e-books y dedicarse a algo que ayude a relajarse y coger el sueño es clave”.
Aunque aún no se ha identificado el mecanismo exacto, sí se sabe que un sueño reparador ayuda a regular el metabolismo y a reducir la incidencia de la obesidad tanto en los adultos como en los niños en edad preescolar.
Para los padres, se recomienda un mínimo de siete horas diarias de sueño, y para los niños, no menos de diez. También es importante seguir horarios fijos para las comidas y, como dijimos antes, nunca tener televisión en el dormitorio.
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