Mike Waudby tenía 26 años, pesaba cerca de 200 kilos y se pasaba todas las noches bebiendo alcohol encerrado en su habitación, harto de ser como era pero incapaz de cambiar de vida. Una noche se sintió solo y decidió ir a un bar. Fue la noche más triste de su vida, ya que empezó con una mujer pidiéndole que se marchara del bar porque le incomodaba su desagradable presencia y acabó con Mike de vuelta en su habitación, con dos botellas de whisky y varios botes de pastillas, dispuesto a acabar con su existencia. La noche más triste se convirtió también en la más importante, ya que marcó un punto de inflexión decisivo para que, unos años después, Mike Waudby sea entrenador personal de fitness y su novia le llame Mister Muscles.
A sus 31 años, Mike Waudby es un entrenador personal que presume de llevar una vida sana, de hacer ejercicio a diario, de comer bien y de no beber más que un par de cervezas el fin de semana. Es el prototipo de entrenador de fitness que se cuida y que se preocupa por su imagen, sólo que su pasado es posiblemente muy distinto al de sus compañeros de profesión. Con 21 años, este chico de Kingston upon Hull (Inglaterra) pesaba 140 kilos, no tenía un trabajo estable, no tenía motivaciones y, lo peor de todo, se pasaba las noches bebiendo alcohol. Con el paso de los años no mejoró su situación laboral, pero sí la cantidad de alcohol que ingería, que llegó a ser de una botella de whisky y seis latas de cerveza cada noche. Paradójicamente, la vida de Mike cambió en un bar, cuando esa desconocida hizo lo que tantos otros hacían a diario: señalarlo por la calle y burlarse de él.
A raíz de su intento de suicidio fallido, Mike cambió de hábitos. Había hecho el tonto demasiado tiempo y lo había hecho más que nunca la noche en que decidió acabar con su vida, pero estaba vivo. Y aquello le dio el empujón que necesitaba para ponerse al mando de su “renacimiento”. Mike dejó de beber y se compró una elíptica para hacer ejercicio. “Cada sesión en la elíptica acababa con mi camiseta XXXXL empapada y con mi barriga llorando”, pero no lo dejó. Ni la primera semana, ni la segunda, ni al mes siguiente, ni durante los 18 meses que duró su puesta a punto. En ese periodo, Mike no sólo perdió unos 115 kilos (pasó de los 200 a unos 85), también convirtió su grasa en músculos. Aún así, tuvo que pasar por quirófano para retirar la piel sobrante que le reocrdaba que había sido un obeso durante toda su vida.
Fuente.- hestar.com
A sus 31 años, Mike Waudby es un entrenador personal que presume de llevar una vida sana, de hacer ejercicio a diario, de comer bien y de no beber más que un par de cervezas el fin de semana. Es el prototipo de entrenador de fitness que se cuida y que se preocupa por su imagen, sólo que su pasado es posiblemente muy distinto al de sus compañeros de profesión. Con 21 años, este chico de Kingston upon Hull (Inglaterra) pesaba 140 kilos, no tenía un trabajo estable, no tenía motivaciones y, lo peor de todo, se pasaba las noches bebiendo alcohol. Con el paso de los años no mejoró su situación laboral, pero sí la cantidad de alcohol que ingería, que llegó a ser de una botella de whisky y seis latas de cerveza cada noche. Paradójicamente, la vida de Mike cambió en un bar, cuando esa desconocida hizo lo que tantos otros hacían a diario: señalarlo por la calle y burlarse de él.
A raíz de su intento de suicidio fallido, Mike cambió de hábitos. Había hecho el tonto demasiado tiempo y lo había hecho más que nunca la noche en que decidió acabar con su vida, pero estaba vivo. Y aquello le dio el empujón que necesitaba para ponerse al mando de su “renacimiento”. Mike dejó de beber y se compró una elíptica para hacer ejercicio. “Cada sesión en la elíptica acababa con mi camiseta XXXXL empapada y con mi barriga llorando”, pero no lo dejó. Ni la primera semana, ni la segunda, ni al mes siguiente, ni durante los 18 meses que duró su puesta a punto. En ese periodo, Mike no sólo perdió unos 115 kilos (pasó de los 200 a unos 85), también convirtió su grasa en músculos. Aún así, tuvo que pasar por quirófano para retirar la piel sobrante que le reocrdaba que había sido un obeso durante toda su vida.
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