De los mil 200 millones de personas que tienen sobrepeso y obesidad en el mundo, 80 millones son mexicanos; de éstos, 70 por ciento sufren el primero, y 30 por ciento, la segunda.
Datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), colocan a México en segundo lugar de los países con mayor índice de obesidad en su población (30 por ciento), superado discretamente por Estados Unidos, con el 33.8 por ciento. Esta afectación es más común entre personas más vulnerables en términos de educación y recursos.
Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año mueren por lo menos 2.8 millones de adultos a causa de enfermedades asociadas a este problema.
Por otra parte, la Secretaría de Salud considera que en nuestra nación esos padecimientos han aumentado en todas las edades, regiones y grupos socioeconómicos, lo que nos ha llevado a ocupar el segundo lugar en el mundo en obesidad en adultos, y el primero en la infantil.
Al respecto, David García Díaz, jefe del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, refirió que de 1980 a la fecha, simultáneamente con las cifras más que duplicadas de obesidad, se han incrementado las afecciones crónicas relacionadas, como padecimientos cardiovasculares, diabetes, discapacidad por enfermedad degenerativa de las articulaciones y algunos tipos de cáncer (de endometrio, mama y colon). “Sus complicaciones también han crecido y son cada vez mayores”, alertó.
Son causa de afecciones que no sólo comprometen la calidad de vida, sino que la acortan. Los trastornos osteoarticulares y afectivos asociados (depresión y ansiedad), por ejemplo, se han incrementado, y son problemas relacionados a los que se les había prestado poca atención.
Desequilibrio de calorías
El problema de fondo es el desequilibrio energético entre las calorías que se ingieren y las que se gastan; las medidas para restablecer el orden son conocidas, pero poco usadas, o aplicadas de manera errónea: dieta equilibrada y ejercicio periódico.
Es un descuido general lo que nos ha conducido al sobrepeso y la obesidad, y subestimar uno de los pilares fundamentales de desarrollo del país, la educación. En décadas anteriores se creía que era un problema casi exclusivo de naciones industrializadas, como Estados Unidos, donde se incrementó notablemente el consumo de comida hipercalórica; “no obstante, también nosotros optamos por desplazar gradualmente a los alimentos naturales”, apuntó el especialista en síndrome metabólico.
La educación y la cultura han determinado los hábitos de la población; “podrían implantarse los mejores programas para realizar alguna actividad física y combatir la enfermedad, pero si se carece de la cultura adecuada y la motivación para hacer ejercicio, no habrá efecto”.
No es necesario llegar a edad adulta y padecer esas afecciones para incorporarse a un programa de control, la medicina funciona mejor de manera preventiva, ésta es la mejor atención que se puede ofrecer a los mexicanos; la obesidad es prevenible, así como sus consecuencias. “Seguir de largo por la vida e ignorarla irresponsablemente, no es conveniente; basta decir que es un trastorno tratable y curable, y ésa es una enorme ventaja”, reiteró.
La obesidad no duele, pero es visible, “comencemos a hacer conciencia de ella, porque cambió nuestra talla o porque percibimos molestias menores en nuestras rodillas. Notemos que muchos tratamientos médicos mejoran su eficacia simplemente con reducir unos kilogramos. Cambiemos la historia natural de la enfermedad con educación”, finalizó.
Fuente.- jornada.unam.mx
Datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), colocan a México en segundo lugar de los países con mayor índice de obesidad en su población (30 por ciento), superado discretamente por Estados Unidos, con el 33.8 por ciento. Esta afectación es más común entre personas más vulnerables en términos de educación y recursos.
Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año mueren por lo menos 2.8 millones de adultos a causa de enfermedades asociadas a este problema.
Por otra parte, la Secretaría de Salud considera que en nuestra nación esos padecimientos han aumentado en todas las edades, regiones y grupos socioeconómicos, lo que nos ha llevado a ocupar el segundo lugar en el mundo en obesidad en adultos, y el primero en la infantil.
Al respecto, David García Díaz, jefe del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, refirió que de 1980 a la fecha, simultáneamente con las cifras más que duplicadas de obesidad, se han incrementado las afecciones crónicas relacionadas, como padecimientos cardiovasculares, diabetes, discapacidad por enfermedad degenerativa de las articulaciones y algunos tipos de cáncer (de endometrio, mama y colon). “Sus complicaciones también han crecido y son cada vez mayores”, alertó.
Son causa de afecciones que no sólo comprometen la calidad de vida, sino que la acortan. Los trastornos osteoarticulares y afectivos asociados (depresión y ansiedad), por ejemplo, se han incrementado, y son problemas relacionados a los que se les había prestado poca atención.
Desequilibrio de calorías
El problema de fondo es el desequilibrio energético entre las calorías que se ingieren y las que se gastan; las medidas para restablecer el orden son conocidas, pero poco usadas, o aplicadas de manera errónea: dieta equilibrada y ejercicio periódico.
Es un descuido general lo que nos ha conducido al sobrepeso y la obesidad, y subestimar uno de los pilares fundamentales de desarrollo del país, la educación. En décadas anteriores se creía que era un problema casi exclusivo de naciones industrializadas, como Estados Unidos, donde se incrementó notablemente el consumo de comida hipercalórica; “no obstante, también nosotros optamos por desplazar gradualmente a los alimentos naturales”, apuntó el especialista en síndrome metabólico.
La educación y la cultura han determinado los hábitos de la población; “podrían implantarse los mejores programas para realizar alguna actividad física y combatir la enfermedad, pero si se carece de la cultura adecuada y la motivación para hacer ejercicio, no habrá efecto”.
No es necesario llegar a edad adulta y padecer esas afecciones para incorporarse a un programa de control, la medicina funciona mejor de manera preventiva, ésta es la mejor atención que se puede ofrecer a los mexicanos; la obesidad es prevenible, así como sus consecuencias. “Seguir de largo por la vida e ignorarla irresponsablemente, no es conveniente; basta decir que es un trastorno tratable y curable, y ésa es una enorme ventaja”, reiteró.
La obesidad no duele, pero es visible, “comencemos a hacer conciencia de ella, porque cambió nuestra talla o porque percibimos molestias menores en nuestras rodillas. Notemos que muchos tratamientos médicos mejoran su eficacia simplemente con reducir unos kilogramos. Cambiemos la historia natural de la enfermedad con educación”, finalizó.
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