No hacer ejercicio duplica las muertes que provoca la obesidad. Es la indiscutible conclusión del último estudio llevado a cabo por la Unidad de Epidemiología de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y que recoge la revista científica American Journal of Clinical Nutrition.
Para su investigación, los expertos contaron con la participación de 334.161 hombres y mujeres europeos con objeto de medir la relación entre la inactividad física y la muerte prematura y su posible vinculación con la obesidad y el sobrepeso. Para ello, analizaron los datos de todos los participantes midiendo, durante un promedio de 12 años, su altura, peso y circunferencia de la cintura, así como sus niveles de actividad física.
Una vez comparados los resultados y clasificando al 22,7% de los participantes como inactivos (nula actividad física), los científicos descubrieron que la falta de ejercicio (vida sedentaria) había provocado el doble de muertes que la obesidad y que la relación del índice de masa corporal (IMC) con la muerte prematura era completamente independiente.
Lo positivo que podemos extraer del estudio es que basta un ejercicio moderadamente activo para cambiar las tornas: caminar unos 20 minutos al día puede ser suficiente para reducir el riesgo de muerte temprana hasta en un 30%. El impacto de este cambio de rutina fue más apreciable entre las personas con un peso normal, pero también se produjo en aquellos voluntarios con un IMC mayor.
“Hay un mensaje sencillo: basta con una pequeña cantidad de actividad física cada día para que las personas físicamente inactivas obtengan importantes beneficios para su salud. Aunque se encontró que solo 20 minutos de caminata marcarían una diferencia, realmente deberíamos estar intentado hacer más porque la actividad física tiene muchos beneficios para la salud y debe ser una parte importante de nuestra vida cotidiana”, aclara Ulf Ekelund, líder del estudio.
Fuente.- muyinteresante.es
Para su investigación, los expertos contaron con la participación de 334.161 hombres y mujeres europeos con objeto de medir la relación entre la inactividad física y la muerte prematura y su posible vinculación con la obesidad y el sobrepeso. Para ello, analizaron los datos de todos los participantes midiendo, durante un promedio de 12 años, su altura, peso y circunferencia de la cintura, así como sus niveles de actividad física.
Una vez comparados los resultados y clasificando al 22,7% de los participantes como inactivos (nula actividad física), los científicos descubrieron que la falta de ejercicio (vida sedentaria) había provocado el doble de muertes que la obesidad y que la relación del índice de masa corporal (IMC) con la muerte prematura era completamente independiente.
Lo positivo que podemos extraer del estudio es que basta un ejercicio moderadamente activo para cambiar las tornas: caminar unos 20 minutos al día puede ser suficiente para reducir el riesgo de muerte temprana hasta en un 30%. El impacto de este cambio de rutina fue más apreciable entre las personas con un peso normal, pero también se produjo en aquellos voluntarios con un IMC mayor.
“Hay un mensaje sencillo: basta con una pequeña cantidad de actividad física cada día para que las personas físicamente inactivas obtengan importantes beneficios para su salud. Aunque se encontró que solo 20 minutos de caminata marcarían una diferencia, realmente deberíamos estar intentado hacer más porque la actividad física tiene muchos beneficios para la salud y debe ser una parte importante de nuestra vida cotidiana”, aclara Ulf Ekelund, líder del estudio.
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