lunes, 16 de diciembre de 2013

Estrés prolongado genera diabetes

El estrés es un mecanismo de defensa del organismo que advierte que hay una situación de emergencia que involucra peligro o riesgo para la persona. Pero cuando esta situación se prolonga más allá del breve lapso que implicaría una urgencia, es decir, cuando el estrés es prolongado, la energía se re-direccionada hacia los sistemas del cuerpo que responderán al escenario para hacerle frente, con el consecuente desabasto a otros que pueden servirnos de protección.
 
Sin embargo, el estrés constante en la clase trabajadora propiciado por el esquema económico neoliberal de nuestra época ha incrementado de forma vertiginosa la epidemia de enfermedades crónico-degenerativas, como diabetes, hipertensión, obesidad central y hasta el cáncer.
 
Así lo demuestran los resultados de una investigación de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco (UAM-X) realizada en un grupo de trabajadoras costureras sometidas a estrés prolongado, y que fue dirigida por la doctora Margarita Pulido Navarro.
 
“El estrés prolongado juega un papel importante en el desarrollo de obesidad central hipertensión y diabetes tipo II, pues durante este episodio se vierte a la sangre glucosa almacenada en el hígado para enfrentar la situación.
 
“Como consecuencia de ello se estimula al páncreas a producir más insulina, pero también se estimulará la producción de la hormona cortisoide (conocida como la hormona del estrés) que va a antagonizar la acción de la insulina e impedirá que ésta introduzca a la glucosa en la célula, lo que incrementará sus niveles en sangre. Entonces, hay más insulina que no puede ser asimilada hasta llegar a la hiperinsulinemia”, explica la investigadora de la UAM-X.
 
Agrega que con el estrés prolongado habrá resistencia a la insulina, lo cual se establece como el principal componente del síndrome metabólico, precursor de diabetes, infartos, embolias, hipertensión y obesidad central.
 
Ahora bien, la insulina también participa en el proceso de almacenamiento de grasa en forma de triglicéridos; además participa de la formación de músculo liso de las arterias que retienen sodio, lo cual incrementa la actividad de la presión arterial sistémica.
 
“Esto, paulatinamente creará micro-lesiones en las arterias que involucrará a los coagulantes de sangre a efecto de tapar las pequeñas lesiones y aquí se adhieren triglicéridos y colesterol que obstruirán la luz de las arterias o desprenderse cuando de súbito se eleva la presión arterial, lo cual puede tapar vías importantes de irrigación, como las arterias coronarias que son las que irrigan al corazón, o las cerebrales o pulmonares, lo que trae embolias, infartos o trombosis”, señala la doctora Pulido Navarro.

Fuente.- jornada.unam.mx
 

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