domingo, 8 de enero de 2012

Mexicanos, los más gordos del mundo

La «vitamina T» —tacos, tortas, tamales y tequila— ha hecho de México un país de gordos. Los más gordos del mundo. México, en cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), ocupa el primer lugar en sobrepeso y obesidad, superando a su «eterno rival»: Estados Unidos. Con el consiguiente aumento de diabéticos y enfermos cardiovasculares, por supuesto.

Los datos, si no están inflados, señalan que una de cada tres mexicanas y uno de cada cuatro mexicanos padecen obesidad. Sin distinción de sexos, el 70% de los habitantes sufren de sobrepeso. Como el asunto del papeo no conoce de edades, México también encabeza la lista en sobrepeso infantil, según reconocía el propio Gobierno. La Secretaría de Salud indica que entre los menores uno de cada cuatro niños de entre 5 y 11 años tiene peso excesivo. ¿Las razones? La caída en el consumo de frutas y leche y su sustitución por «chuches» y refrescos.

Los chamacos pasan más de doce horas a la semana pegados al televisor, con lo que llegan a ver unos sesenta anuncios al día. De esos «spots», casi la mitad corresponden a alimentos, de los cuales más de una tercera parte son de golosinas. Hace años que los envases de aperitivos incluyen la leyenda «Come frutas y verduras»; con poco éxito.

Franco Sassi, autor del informe para la OCDE, vincula este aumento de peso a que «la comida es mucho más barata que antes, en especial la comida que no es saludable, y la gente está cambiando sus hábitos, tiene menos tiempo para cocinar y come más en restaurantes». Y no solo en restaurantes, sino, sobre todo, en miles de changarros callejeros donde reinan la fritanga y la harina de maíz. Paraíso de la bollería industrial, México es también el primer consumidor mundial de bebidas carbonatadas.

Explicaciones hay para todos los gustos. Por ejemplo, Pierre Fournier, especialista francés, apunta a que «la pobreza genera mayor obesidad en México, puesto que la base de la alimentación son los carbohidratos, al ser estos los más baratos, sobre todo el frijol, el arroz, las pastas y el maíz». Por el contrario, Alejandro Calvillo, director de la organización El Poder del Consumidor, decía en Radio Nederland que «vemos los resultados de que las escuelas se volvieran el imperio de las bebidas refrescantes, de la comida basura y de que no se haya aplicado ningún tipo de regulación a la publicidad dirigida a los niños. Toda la dieta tradicional en México, que era muy nutritiva —el maíz y el frijol—, se está perdiendo».

Ante este panorama, el Ejecutivo puso en marcha en 2010 una serie de medidas para apartar paulatinamente de las escuelas la tentación de las golosinas y la comida «chatarra», que de inmediato se encontraron con la oposición de las multinacionales del sector.

Descartada la posibilidad de prohibir estos productos a la puerta de los colegios, como si de droga se tratara, se llegó al acuerdo de que las bolsas de «botanas» (patatas fritas y similares) y los paquetes de galletas que se vendan en las tienditas escolares podrán tener un máximo de 130 calorías, mientras que los alimentos empacados no contendrán más de una porción.

También se limita la venta de refrescos, zumos envasados con azúcar añadido o la leche entera, y se sustituyen por agua, jugos de frutas naturales y leche desnatada. Fuera de la norma ha quedado la obligación de someter a los estudiantes a media hora de ejercicio diario; principalmente, porque la mayoría de las escuelas no disponen de espacios apropiados para practicar deporte.

Artículo de Manuel M. Cascante
Fuente: abc.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario