viernes, 24 de mayo de 2013

Mexicanos, adictos al refresco

Artemio balancea los 140 kg de su cuerpo mientras almuerza en un puesto callejero de comida en México, el país que más consume bebidas gaseosas en el mundo y donde la economía crece al ritmo del sobrepeso de su población.

“¿Me da otro refresco para bajar el quinto taco de carne?”, pide Artemio Martínez, contador de 42 años, entre sudoraciones.

El atareado cocinero del puesto garabatea sus números en un trozo de servilleta de papel: 40 pesos por cinco tacos con doble tortilla y 18 pesos por las dos botellas de Coca-Cola. Cada botella de agua cuesta dos pesos menos que las del refresco, pero es raro que las pidan.

El porcentaje de obesidad entre los mexicanos se disparó del 9,5% de 1988 al 32% en 2012 y, si se considera también el sobrepeso, afecta al 70% de los 112 millones de mexicanos, según un reporte de la Academia Nacional de Medicina de 2013.

“Hubo un cambio de hábitos alimenticios que se agudizó muy fuertemente (...) en los últimos 20 años por una mayor penetración de la industria de alimentos procesados”, explicó a la AFP Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor, una ONG que lucha por la regularización de productos nocivos para la salud.

El experto subrayó que México, al abrir su economía con una cifra récord de tratados de libre comercio, se “entregó a los valores mercantiles de empresas transnacionales que desplazaron la alimentación tradicional”, a través de una “brutal” publicidad libre de regulaciones.

Históricamente, los mexicanos se habían alimentado de productos derivados del maíz, así como de frutas, verduras y hierbas. Pero basta recorrer las calles de la superpoblada Ciudad de México para constatar las modificaciones que ha sufrido ese menú: tacos y tortas (emparedados con pan industrial) de carne de cerdo y res, huevo, quesos, embutidos, así como una gran variedad de frituras y bebidas azucaradas.

Actualmente, México es el mayor consumidor de bebidas azucaradas del planeta con 163 litros por persona al año, según un estudio de la Universidad de Yale, y el segundo, sólo detrás de Estados Unidos, con el mayor índice de obesidad.

México también lidera el número de muertes asociadas al consumo de bebidas azucaradas, con 22.020 fallecimientos anuales de los 180.000 que se producen en el mundo, según otro estudio de Harvard.

Esta cifra dobla las alrededor de 10.000 muertes por asesinatos vinculados al crimen organizado que se cometieron el año pasado en el país.

A finales de 2012 se propuso en el Congreso un impuesto para las bebidas azucaradas, así como una regularización de la publicidad, pero hasta el momento las iniciativas no han prosperado, entre otras cosas debido al cabildeo de la poderosa industria.

Preferir la geaseosa al agua, por una cuestión de estatus

La economía mexicana, la segunda más grande de Latinoamérica después de Brasil, creció 3,9% en 2012, pero la mitad de los mexicanos viven en la pobreza y 7,4 millones enfrentan inseguridad alimentaria y pobreza extrema.

En muchas de las comunidades pobres existe además “un problema del acceso al agua” que les empuja a consumir refrescos, expone a la AFP Yuritzin Flores, activista de Oxfam, una ONG internacional que combate la pobreza.

Entre comprar agua embotellada o gaseosas, “la gente prefiere la bebida que le da más energía y estatus”, explica.

Eulalio, un albañil de 23 años que trabaja 60 horas a la semana en un edificio de departamentos de lujo de la capital, bebe dos litros diarios de refresco de cola.

Secándose el sudor de la frente, el joven venido desde Catorce, una alejada comunidad de San Luis Potosí (norte), asegura que en su casa beben siempre Coca-Cola, sobre todo si hay invitados.


Fuente.- noticiasmvs.com

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