miércoles, 31 de julio de 2013

Obesidad ejecutiva

07:00  Con pereza se abren los ojos y se va a la ducha.
08:00  Se inicia el camino a la oficina con un café, cigarro, jugo o yogurt en el estómago.
12:00  Tacos, tortas o sándwich para la hora del almuerzo, no hay tiempo para más.
15:30  Es hora de cerrar tratos con carnes rojas y unos tragos
18:00  La jornada laboral casi termina y no se ha bebido agua pero si café.
21:00  Cena pesada rica en carbohidratos y grasas con refresco.

Itinerarios como éste propician que para el año 2020, de cada cien mexicanas, 53 serán obesas, 33 tendrán sobrepeso y 14 estarán en su peso normal. De igual forma, por cada centenar de varones, 38 estarán obesos, 45 con sobrepeso y apenas 17 lograrán su peso normal.

Estas cifras se obtuvieron en un estudio prospectivo publicado en la revista Nutrición y salud pública de la Universidad de Cambridge.

La presión laboral, no comer cuatro veces al día, ingerir alimentos sin valor nutricional son algunos de los factores que causan diferentes tipos de estrés, situación que de mantenerse de manera prolongada hace que el organismo produzca una hormona llamada cortisol.

“El cortisol consume la proteína muscular del cuerpo y al mismo tiempo favorece la aparición de cúmulos de grasa en abdomen y en la cara, por lo que el vientre se inflama como manzana y el rostro se hace redondo”, explicó Araiza, Entrenador en jefe en Functional Street Training México (FUST).

Medidas radicales

El entrenador Araiza dijo que lo que nunca deben estar en la dieta son: 1) comida barata y de fácil acceso (pizzas, hamburguesas, por ejemplo); 2) alimentos procesados (enlatados, congelados y los que están listos para meterse al microondas para consumirlos); 3) refrescos y azúcares refinadas; 4) lácteos (cualquier tipo de leche causa gastritis, colitis y dificulta que se pueda bajar de peso); 5) harinas (pan de caja, dulce) y 5) cereales procesados (están empacados en caja de cartón).
 
Artículo completo en El Financiero

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martes, 30 de julio de 2013

Niños golpeados, propensos a obesidad y otros males

Empujar, sacudir o abofetear a un niño puede provocar que al crecer sea más propenso a desarrollar obesidad, males cardiovasculares y artritis, de acuerdo con una investigación pionera de la Universidad de Manitoba, Canadá.

El estudio, realizado a 34,226 adultos y publicado en la edición más reciente de la revista Pediatrics, explora por primera vez la relación entre el "castigo físico severo" (golpes, jalones y cachetadas) y las enfermedades de la edad adulta.

En colaboración con algunos profesores de la Universidad McMaster, de Ontario, los investigadores de la Universidad de Manitoba revisaron la información recolectada de las entrevistas a voluntarios mayores de 20 años de edad en Estados Unidos.

Las entrevistas, que duraban aproximadamente tres horas, indagaban la manera en que estas personas fueron tratadas durante su infancia y sus condiciones de salud actuales, dijo en entrevista con CNNMéxico la profesora Tracie O. Afifi, líder del proyecto.

La investigación hizo una clara distinción entre dos tipos de maltrato infantil para no generar confusión. Solo incluyó a personas que recibieron "castigo físico severo" y se dejó fuera a víctimas de "abuso infantil, como abuso sexual y abandono.

Los resultados mostraron un vínculo directo entre el grupo de adultos que padecía artritis y obesidad, con un historial de castigos severos durante su infancia. Esta relación también fue detectada, en menor medida, entre adultos que presentan de manera prematura problemas cardiovasculares.

De los entrevistados, el 4% se ajustó a la definición de haber sido duramente castigados cuando eran niños. En ese grupo, la tasa de obesidad fue mayor (31%), en comparación con quienes no reportaron ningún castigo físico duro (26%).

El grupo de quienes fueron duramente castigados de niños también tuvo tasas más altas de artritis (22.5%, contra 20% del resto) y enfermedades del corazón (9%, frente a 7%).

Castigo y obesidad

En 2012, O. Afifi publicó en Pediatrics el estudio Castigo físico y desórdenes mentales, que se concentró en los daños provocados al cuerpo de los niños que reciben golpes. Ese reporte se convirtió en el antecedente de su nueva investigación, pues desde entonces detectó algunos efectos en la obesidad. 

La investigadora aclaró que aún falta estudiar si el castigo físico también genera obesidad infantil.

"Falta profundizar en esta investigación, pero hay muchos datos que sustentan la idea de que hay un puente directo entre castigo físico y obesidad. Para algunas personas entrevistadas el estar sometidos a castigos físicos constantes fue el equivalente a crear un ambiente de estrés permanente y la respuesta fue desarrollar hábitos alimenticios desorganizados que propiciaron su obesidad", explicó.

"Esos casos particulares pueden ser asociados con patrones generales de conducta frente al estrés y pensamos que una futura investigación más profunda sí podría mostrar un efecto directo del castigo físico y la obesidad infantil", agregó.

El objetivo de estos datos es que exista un apoyo científico al debate social sobre la conveniencia o no de aceptar el castigo físico severo, señaló O. Afifi.

"A nivel social se discute actualmente sobre la validez o no de aplicar castigos físicos a los niños para su educación", dijo.

"Este estudio que publicamos muestra que hay bastante evidencia sobre los efectos negativos del castigo físico severo y que si continúan los estudios veremos que no somos  los únicos que encontraremos datos de los resultados perniciosos de esta forma de educación", detalló la especialista del Departamento de Ciencias de la Salud Comunitaria, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Manitoba.

"Esperamos que estos resultados promuevan un cambio cultural en los lugares donde el castigo físico severo es aceptado y usado cotidianamente para educar a los niños”.

Fuente.- mexico.cnn.com

lunes, 29 de julio de 2013

Fructosa, más dañina que la glucosa

Durante un seminario impartido en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), el investigador de la Universidad de Cranfield, Reino Unido, explicó que se ha observado cómo la fructosa, usada para sustituir el azúcar, es una sustancia tóxica responsable de la crisis de obesidad que sufren diversos países, dado que provoca desordenes bioquímicos en el organismo humano.

En su exposición precisó que de acuerdo con estudios como los encabezados por Robert Lustig, profesor de la Universidad de California, se ha descubierto que la fructuosa es más dañina que la glucosa, porque además de generar problemas de triglicéridos, no tiene la capacidad de enviar una señal al cerebro para indicar saciedad por lo que genera adicción.

Ante estudiantes e investigadores del Cinvestav, Ordaz Ortiz precisó que la fructuosa tiene un mecanismo metabólico muy específico y uno de sus problemas clave es que produce siete veces más ácido úrico en comparación con la glucosa, porque se ahorra pasos enzimáticos en el organismo.

El científico precisó en un comunicado que adicionalmente la fructuosa tiene el inconveniente de producir tejido adiposo causante de obesidad, por lo que su consumo excesivo provoca efectos muy graves como hígado con ácido graso, triglicéridos elevados e inflamación.

Estos problemas, agregó, pueden ser precursores de otros desórdenes entre los que se encuentran el síndrome metabólico, asociado a problemas de insulinoresistencia, presión alta y estrés oxidativo, que para muchos científicos es la causa de la diabetes mellitus de tipo 2.

Durante el seminario organizado por el Programa de Nanociencias y Nanotecnología del Cinvestav, se expusieron datos de la OMS que indican que en México más del 60 por ciento de la población tiene sobrepeso y obesidad, pero se precisó que no es un fenómeno exclusivo del país porque Francia, Estados Unidos, Alemania y Egipto, entre otros, también lo padecen.

El problema de obesidad no es nuevo, empezó en los siglos XVI y XVII cuando las personas tuvieron la capacidad económica de comprar y poner azúcar en su dieta, pero se agudiza entre 1930 y 1940, cuando se cambia la azúcar de caña por jarabe de maíz con alta fructosa como endulzante.

Los incrementos de obesidad, dijo Ordaz Ortiz, se dispararon cuando Estados Unidos dejó de comprar azúcar de caña y la sustituyó por jarabe de maíz para producir su propio endulzante.

En México la tendencia actual también es la de consumir menos azúcar, principalmente porque es un país que consume mucho refresco endulzado con fructuosa, y esa puede ser una de las explicaciones del aumento de la obesidad en la población.

Fuente.- info7.com