sábado, 4 de enero de 2014

Apuntes sobre Actividad Física

Se calcula que la falta de actividad física causó 1.9 millones de muertes en 2002.
              
En la actualidad, se calcula que el 60% de la población mundial no desarrolla la suficiente actividad física, siendo los adultos de los países desarrollados quienes tienen la mayor probabilidad de estar inactivos.
              
Alrededor del 10% de los adultos no realiza ningún tipo de actividad física en su tiempo libre.
              
Más del 60% de los adultos no alcanza el nivel recomendado de 30 minutos diarios de actividad física moderada.
              
Se calcula que la inactividad física es la causa del 10-16% de los casos de diabetes.
              
Las personas con diabetes que caminan 2 horas al día pueden reducir su riesgo de mortalidad y el riesgo de morir de una enfermedad cardiovascular (ECV).
              
Las personas de entre 18 y 30 años que están en baja o moderada forma física tienen seis veces más probabilidades de desarrollar diabetes que quienes están en muy buena forma.
              
En ciertos países industrializados, los niños desarrollan hoy día un 70% menos de actividad física que hace 30 años.
              
Por cada dos horas de aumento diario de visión televisiva se aumenta el riesgo de obesidad y el de diabetes.
              
Tan sólo 30 minutos al día de actividad moderada mejoran la sensibilidad a la insulina.

Fuente.- fmdiabetes.org

viernes, 3 de enero de 2014

Acarrean "productos milagro" más problemas que beneficios

Con el inicio de un nuevo año vienen los propósitos, y uno de los más frecuentes es bajar de peso; sin embargo, para cumplir con este propósito muchas veces se recurren a métodos poco confiables e inseguros, incluso se presenta un abuso de los llamados “anorexigénicos“,  suplementos dietéticos o fármacos supresores del apetito. Ante ese contexto y para que un mayor número de mexicanos logren cumplir su propósito, científicos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav)  estudian diversos extractos naturales que ayuden a bajar de peso, pero sin provocar adicción o tolerancia a éste, con diversos blancos terapéuticos.

Guadalupe Bravo, líder de este proyecto, explicó que se trata de buscar fitofármacos, extractos naturales de plantas medicinales o cuyos principios activos pueden encontrarse en plantas como el jitomate y el nopal, por mencionar algunos.

Los fármacos que están actualmente en el mercado, precisó,  tienen efectos adversos de alta consideración y varios de ellos son bastante caros y sobre todo, presentan el denominado “rebote” una vez que se suspende su uso, es decir, la persona vuelve a ganar peso perdido o másm por lo que el empleo de fitofármacos no sólo ayudarían a cuidar la salud sino que serían accesibles por su bajo costo económico a un muy amplio sector de la población.

Guadalupe Bravo, adscrita al Departamento de Farmacobiología del Cinvestav Sede Sur, explicó que al ser la mayoría de los anorexigénicos derivados de las anfetaminas, se puede presentar adicción, tolerancia al fármaco y se tiene que aumentar cada vez más las dosis provocando trastornos cardiovasculares.

Hizo énfasis en que los anorexigénicos están indicados en casos de obesidad mórbida y como último recurso cuando han fallado regímenes dietéticos, de ejercicio o  cambios en el estilo de vida.

Sin embargo, reconoció que existe un abuso de estos fármacos en parte porque algunos se han hecho muy accesibles en el mercado sin necesidad de receta médica, por lo que las personas se van a la “opción fácil” muchas veces sin saber que tendrán más efectos adversos que el beneficio de perder peso de forma sana.

Si bien la idea del equipo de investigación es buscar dentro de los fitofármacos sustancias activas que permitan la pérdida de peso sin tener efectos adversos, consideraron que no se debe utilizar como terapia única sino tiene que ir acompañado de ejercicio y cambio en los hábitos de vida que ayuden a bajar de peso.

Fuente.- quo.mx

jueves, 2 de enero de 2014

Gorditos, más propensos a la depresión

El riesgo de padecer depresión es un 55% mayor en las personas obesas, mientras que el riesgo de obesidad aumenta en un 58% entre quienes tienen depresión, según un estudio dado a conocer por la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO).

Círculo vicioso

Muchos de los episodios depresivos que sufren personas con obesidad se deben a que su exceso de peso les deprime. Por su parte, las personas deprimidas sufren ansiedad, que a menudo se traduce en una necesidad imperiosa de comer. De hecho, algunas pueden ingerir más de 5.000 calorías en un atracón. Estas personas buscan sentirse saciadas, por lo que comen muchos hidratos de carbono. En algunos casos, se produce una auténtica adicción a la comida con el fin de calmar la ansiedad, lo que puede derivar en obesidad, dice el informe.

El papel de una buena nutrición

Esta organización pone de relieve la importancia de la nutrición en la prevención primaria de la depresión y defiende la dieta mediterránea como el patrón alimentario más recomendable. "La dieta mediterránea podría tener un papel preponderante en la prevención de la depresión", sostiene Miguel Ángel Martínez−González, miembro de la SEEDO.

La dieta mediterránea se caracteriza por la abundancia de alimentos de origen vegetal como el pan, la pasta, el arroz, las verduras, las hortalizas, las legumbres, las frutas y los frutos secos.

Además, se emplea el aceite de oliva como fuente principal de grasa; se da un consumo moderado de pescado, marisco, aves de corral, productos lácteos y huevos; comprende, asimismo, la ingesta de pequeñas cantidades de carnes rojas y un aporte diario de vino, consumido generalmente durante las comidas.

Su importancia en la salud no se limita al hecho de que sea una dieta equilibrada, variada y con un aporte de macronutrientes adecuado. A los beneficios de su bajo contenido en ácidos grasos saturados y alto en monoinsaturados, así como en carbohidratos complejos y fibra, hay que añadir los derivados de su riqueza en sustancias antioxidantes.

La dieta mediterránea, una opción

"Mientras que el consumo de ácidos grasos trans, la comida rápida y los productos de bollería industrial se asocian con un mayor riesgo de depresión, la ingesta de ácidos grasos omega−3 (procedentes del pescado) y la de aceite de oliva, por ejemplo, muestra asociaciones inversas pues influye en la estructura de las membranas de las células nerviosas y mejora el funcionamiento de la serotonina, un neurotransmisor implicado en la depresión", explica Miguel Ángel Martínez−González.

De hecho, un estudio dirigido por el doctor Martínez−González muestra que la dieta mediterránea puede reducir el riesgo de depresión entre un 40% y un 50%. Así, de los 10.000 voluntarios que participaron en esta investigación, entre los que más se ajustaron al modelo alimentario tradicional del sur de Europa la incidencia de la depresión resultó considerablemente menor que en el resto, tras cuatro años de seguimiento.

Pandemia del siglo XXI

Según indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es un trastorno mental frecuente que afecta a más de 350 millones de personas en el mundo. "Es la principal causa mundial de discapacidad y contribuye, de forma muy importante, a la carga mundial de morbilidad", añade.

La OMS recalca que la depresión es distinta a las variaciones habituales del estado de ánimo y a las respuestas emocionales breves ante los problemas de la vida cotidiana. "Puede convertirse en un problema de salud serio, causar gran sufrimiento y alterar las actividades laborales, escolares y familiares. En el peor de los casos, puede llevar al suicidio", destaca este organismo.

Asimismo, la OMS precisa que la depresión es el resultado de interacciones complejas entre factores sociales, psicológicos y biológicos. A su vez, esta patología"puede generar más estrés y disfunción, empeorar la situación vital de la persona afectada y, por consiguiente, la propia depresión", puntualiza.

Por su parte, el doctor Martínez−González recuerda que la depresión "puede conducir a hábitos dietéticos más pobres" lo que puede acabar derivando en un exceso de peso. En este sentido, varios estudios indican que la incidencia de la obesidad es mayor en las clases más desfavorecidas porque comen menos carne y pescado, ingieren más cantidad de grasas poco saludables y realizan menos deporte.

Fuente.- entornointeligente.com