domingo, 8 de diciembre de 2013

Haz del running un hábito

El cansancio, el frio y la falta de motivación siempre nos juegan en contra para poder mantener la fuerza de voluntad al máximo y no decaer en el intento de ser todo un runner.
 
Charles Duhigg, autor del libro ‘The Power of Habit’, ofrece cuatro consejos para no desistir en el intento de formar parte de ese "boom" de runners.

Haz un plan: Según Duhigg, cada hábito se compone de un grupo de claves, como el tiempo, lugar, música, compañía, recompensa (chocolates, masajes, batidos, etc.), y una rutina. Así que elige los componentes que más te llamen la atención, escríbelo en una cartulina y cuélgalo donde puedas verlo a diario. Prueba una semana y si no funciona cambia las claves de tu entrenamiento y las recompensas.

Se constante: Crea una rutina alrededor del momento del día en el que harás el deporte. Con ello, tu cuerpo y tu mente asociarán ese momento al running. Repítelo cada vez que salgas a correr y ¡hazlo siempre a la misma hora! Para ayudarte en esta rutiana, ten lista tu ropa con antelación y cuando sea la hora coge tu reproductor de música y sal a correr.

Según Charles Duhigg, "estas creando conexiones neuronales que convierten la actividad en un hábito".

Recompénsate Inmediatamente: Una vez acabado tu entrenamiento, date un tiempo para algo que realmente disfrutes. Puedes tomar una ducha caliente o fría (depende del clima), comer un chocolate negro o un buen batido. Esto hará que tu cerebro asocie el ejercicio con una recompensa positiva.

Construye tu propio sistema de apoyo: Configura tu rutina del runnig con actividades o personas que te hagan sentir bien y te lleven a cumplirla, en especial los días que empiezas a flaquear. Puedes reunirte con amigos para realizar el deporte o unirte a un grupo de runners, con lo que podrás socializar al mismo tiempo que te ejercitas.

Fuente.- terra.com.mx
 

sábado, 7 de diciembre de 2013

Obesidad altera el sentido del gusto

La obesidad tiene una complicada relación con el apetito y el sentido del gusto. Este vínculo es tan complejo que sólo ahora los científicos han comenzado a estudiar el papel del gusto en las personas con sobrepeso.

En la Universidad de Buffalo, Estados Unidos, la profesora de ciencias biológicas Kathryn Medler descubrió -junto a su equipo de investigadores- que las células de la lengua que se encargan de detectar el sabor dulce pueden cambiar con la obesidad.

En la investigación hecha en ratones y publicada en la revista PLoS One, los biólogos descubrieron que el sobrepeso severo deteriora la capacidad de detectar lo dulce y lo amargo.

Comparado con roedores delgados, los ratones gordos tenían menos células del gusto que respondían al estímulo de lo dulce. Algo que no sucedió con los otros sabores básicos: salado, ácido y umami (del japonés "sabroso").

Hasta ahora los estudios se han enfocado en analizar las distintas áreas en el cerebro que controlan el apetito y hacen que uno quiera comer, así como en los cambios hormonales de una persona obesa.

Sin embargo, según Medler, nadie se había fijado en las células encargadas de detectar los distintos sabores, que son las que tienen contacto directo con los alimentos.

"Y lo que descubrimos fue que no responden tan bien y que, cuando lo hacen, las señales que mandan no son tan fuertes como las que se enviarían en un ratón normal", le explica a BBC Mundo.

Este hallazgo abre una nueva posibilidad para tratar la obesidad. "Si logramos manipular esas células para que funcionen como las normales, entonces podremos controlar y cambiar la tendencia de las personas a comer de más", dice Medler.

"Es mucho más fácil tener acceso a la lengua que al cerebro", agrega la experta.

La investigación también demuestra cómo la obesidad puede afectar los primeros pasos del proceso gustativo, como es el estímulo de las células receptoras.

El gusto juega un papel importante en la regulación del apetito, en lo que comemos y cuánto comemos.

Si las células que detectan el sabor no funcionan correctamente, puede haber una tendencia a ingerir más dulces, pues la sensación de saciedad puede tardar en llegar.

"Si comes algo que es muy denso, como el dulce de leche, puedes comer un poco pero no mucho. Pero si se trata de algo que no es tan dulce, entonces tiendes a comer mucho más hasta que llegas a un punto en el que sientes que has tenido suficiente. Pero si tu habilidad para discriminar entre algo dulce y muy dulce no funciona bien, entonces vas a tener que comer más para llegar al mismo punto (de saciedad)", explica Medler.

Estudios previos han demostrado que las personas obesas desarrollan antojos por comidas dulces y saladas, a pesar de no degustar estos sabores tan bien como los individuos más delgados.

Fuente.- bbc.co.uk

 

viernes, 6 de diciembre de 2013

Trastornos alimenticios, conócelos

Anorexia nerviosa: Miedo intenso a ser obeso. Se manifiesta por una baja por lo menos del 15% de su peso corporal.

Bulimia nerviosa: Tendencia a comer demasiado para después purgarse o vomitar todo. Generalmente está cerca de su peso corporal, por lo que es menos reconocible.

Comer compulsivamente: Ingesta desproporcional de alimentos como forma de compensa emocional. Tiene serias consecuencias como obesidad, diabetes, hipertensión y enfermedades cardíacas.

Ortorexia: Obesión por lo que el paciente considera una "buena alimentación" y que, por el contrario, lo lleva a evitar grasas, proteínas y vitaminas básicas para el organismo. Paradójicamente su afán por "comer sano" lo lleva a una mala nutrición, anemias, etc.

Vigorexia: Adicción al ejercicio a la que se suma una visión distorsionada de sí mismos, al verse débiles y enclenques.

Permarexia: EL paciente cree que todo lo que se ingiere engorda, por lo que desarrolla obesión por las calorías que tienen los alimentos.

Seudorexia o pica: Deseo irresistible de comer o lamer sustancias no nutritivas como yeso, tiza, algodón, ceniza, etc.

Potomanía: Compulsión por beber gran cantidad de líquido, más de 4 litros al día, para obtener sensación de placer y saciedad.

Drunkorexia: Restricción alimenticia para compensar el consumo de calorías que proporcionan las bebidas alcohólicas.

Sadorexia: Se conoce como trastorno de la dieta del dolor. Va acompañado por bulimia y anorexia pero con episodios de maltrato corporal y dietas masoquistas.

Síndrome del comedor nocturno: Se consume en la noche más del 25% del total de las calorías requeridas.

Pregorexia: Aparece en mujeres embarazadas a las que les horroriza engorda. Suelen hacer dietas e inducir al vómito durante la gestación, lo que es muy peligroso para madre e hijo.

Fuente.- esmas.com