sábado, 1 de diciembre de 2012

Niños cuadriplican su consumo calórico en fiestas

Los niños consumen cuatro veces más calorías y azúcares de lo que su cuerpo requiere en un solo día, cuando asisten a fiestas infantiles donde se ofrecen golosinas, chocolates y gaseosas, advirtieron especialistas del Instituto Nacional de Salud  en Perú (INS).

La nutricionista, Rosa Salvatierra, explicó que el consumo de grandes cantidades de dulces y bebidas gasificadas en unsolo momento representa una práctica "abusiva y perjudicial" para la salud de los niños.

“Se triplican y hasta cuadruplican las cantidades de azúcares y calorías que requieren los menores en el día. Además, las golosinas y otros dulces tienen aditivos que pueden generar problemas alérgicos a los niños, eso es común en estos productos envasados”, comentó.

La especialista del Centro Nacional de Alimentación y Nutrición del INS detalló que la ingesta de un solo vaso con gaseosa o néctares envasados equivale al consumo de cuatro o cinco cucharaditas de azúcar, informó Andina.

Salvatierra sugirió reemplazar esos productos ultra procesados por bocaditos preparados en casa, que por su delicioso sabor, los menores suelen recibirlos con agrado en las fiestas infantiles o reuniones en sus colegios.

Mencionó que las fiestas infantiles deberían incluir gelatina, choclo con queso, huevos sancochados, frutas picadas en cuadraditos, panes pequeños con rellenos bajos en grasas, sin cremas ni embutidos que puedan resultar perjudiciales para la salud.

Añadió que las gaseosas pueden ser cambiadas por chicha y limonada con bajas cantidades de azúcar.

Fuente.- rpp.com.pe

viernes, 30 de noviembre de 2012

Controla tu ingesta, baja de peso

Las personas que intentan bajar de peso suelen adherirse a dietas específicas que restringen las porciones de grasa, carbohidratos y proteína, pero de donde provienen las calorías no importaría tanto como el simple hecho de reducir la cantidad que se consume, según un estudio estadounidense.

Los investigadores, cuyos resultados fueron publicados en American Journal of Clinical Nutrition, hallaron que no había diferencias en la pérdida de peso o reducción de grasa entre dietas con distintas porciones de grasa, carbohidratos y proteína.

"El principal vaticinador de la pérdida de peso fue la adherencia. Aquellos participantes que seguían mejor la dieta, perdían más peso que aquellos que no", dijo George Bray, del Centro de Investigación Biomédica de Pennington en Baton Rouge, Louisiana, quien trabajó en el estudio.

Investigaciones previas habían revelado que ciertas dietas -en particular aquellas con pocos hidratos de carbono- funcionaban mejor que otras, dijo Bray a Reuters Health, aunque no había consenso entre los científicos.

Bray y sus colegas asignaron al azar a varios cientos de personas con sobrepeso y obesidad uno de los siguientes cuatro planes dietarios:

1.- Proteína promedio, poca grasa y más carbohidratos.

2.- Mucha proteína, poca grasa y más hidratos de carbono.

3.- Proteína promedio, mucha grasa y menos carbohidratos.

4.- Mucha proteína y grasa, y pocos hidratos de carbono.

Cada dieta fue diseñada para reducir 750 calorías por día.

Luego de seis meses y nuevamente dos años después de comenzadas las dietas, los investigadores chequearon en los participantes el peso, la masa grasa y la masa magra.

Seis meses después, las personas habían perdido más de 4,1 kilogramos (kg) de grasa y cerca de 2.3 kg de masa magra, pero habían recuperado parte de esto en el control de los dos años.

Los participantes pudieron mantener una pérdida de peso de más de 3.6 kg luego de dos años, incluido un descenso de casi 1.4 kg en grasa abdominal, lo que significa una reducción de más del 7 por ciento.

Pero muchas de las personas que comenzaron en el estudio abandonaron, mientras que otras que si lo hicieron no cumplieron con las dietas exactamente como se les habían asignado.

Por ejemplo, los investigadores esperaban que dos grupos dietarios obtuvieran un 25 por ciento de las calorías de la proteína y los otros dos, un 15 por ciento. Pero todos los grupos terminaron consumiendo alrededor de un 20 por ciento de sus calorías en proteína luego de dos años.

"Si uno es feliz reduciendo la grasa, o feliz disminuyendo los hidratos de carbono, este artículo dice que está bien tomar cualquiera de esos caminos. Resultaron igualmente exitosos", dijo Christopher Gardner, profesor de la Stanford University que no participó del estudio.

Aunque resaltó que los participantes "sí tuvieron problemas con la adherencia", lo que finalmente pone de relieve que las personas deberían escoger la dieta que le resulta más sencillo seguir.

Fuente.- menshealthatam.com

jueves, 29 de noviembre de 2012

Es mucho mejor ser pera que manzana

Hasta hace poco, los científicos han dado por sentado que el tejido graso era pasivo e inerte, y que su única misión consistía en suministrar energía. Sin embargo, el descubrimiento en 1994 de que las células grasas (adipocitos) secretan leptina, una hormona inhibidora del apetito, abrió los ojos a una realidad bien distinta. Desde entonces se han descubierto decenas de sustancias que tienen su origen en estas mismas células, entre ellas algunas hormonas, factores de coagulación y moduladores de la respuesta inmune. Así las cosas, no queda más remedio que reconocer a la grasa como un órgano endocrino complejo.

O más bien como dos órganos distintos. Por un lado existe una grasa “invisible” que se acumula a gran profundidad en el abdomen, bajo los músculos, envolviendo y presionando el hígado, el corazón, el estómago, el intestino y los riñones. La única forma efectiva de medir esa grasa abdominal o visceral es recurriendo a técnicas de imagen como la tomografía computerizada y la Resonancia Magnética. La otra grasa, la de los michelines y las odiadas cartucheras, se deposita justo debajo de la piel, se puede palpar y es conocida como subcutánea o periférica.

Tener mayor proporción de un tipo u otro es, al menos en parte, una cuestión de género. La barriga cervecera -también conocida como “curva de la felicidad”- se forma por una acumulación de grasa en el abdomen típicamente masculina, que define una morfología llamada “en forma de manzana”. Por el contrario, las mujeres obesas suelen exhibir caderas, glúteos y muslos prominentes, luciendo una figura “en forma de pera”. Más allá de la estética, discernir qué tipo de obesidad sufre un individuo resulta fundamental para valorar el riesgo cardiovascular al que está sometido. La obesidad abdominal, aseguran los expertos, predispone a padecer colesterol y aumenta la probabilidad de sufrir un ataque al corazón. La grasa periférica femenina, por el contrario, puede ser considerada benigna desde el punto de vista médico. En resumidas cuentas, es mucho mejor ser pera que manzana.