lunes, 21 de noviembre de 2011

Obesidad y depresión

La obesidad y la depresión son coincidentes en gran número de personas y por lo tanto se ha llegado a considerar la existencia de una posible asociación entre ambas situaciones.

Los estados depresivos influyen sobre la obesidad e incluso puede llegar a generarla pues el estrés de ella derivado favorece inadecuados cambios de los hábitos alimenticios que llevan a la persona a padecer de obesidad.

Cuando una persona se reconoce como sujeto obeso se favorecen las tendencias depresivas pues este trastorno además de ser ostensible promueve las burlas y las críticas de los demás.

Según una investigación del Centro Médico de la Universidad de Leiden, en los Países Bajos, y publicada en la revista Archives of General Psychiatry, la obesidad parece estar asociada con un mayor riesgo de estados depresivos, al provocar insatisfacción de la persona aquejada con su imagen corporal y disminuir su autoestima, situándola bajo riesgo de depresión.

También las personas que sufren de depresión pueden aumentar la cantidad y frecuencia de la ingestión de comidas engordantes, mantener actitudes sedentarias y los efectos del tratamiento antidepresivo, un conjunto favorecedor del aumento del peso.

Se recomienda a los obesos que antes de iniciar algún tratamiento para la reducción del peso corporal analicen la posibilidad de que se encuentren deprimidos. La depresión no favorecería el éxito de ningún tratamiento donde se incluye una necesaria atención hacia los cambios que se debe hacer en cuanto a la incorporación de nuevos estilos de vida. La misma obesidad pudiera ser consecuencia de la depresión y simultáneamente deben ser solucionadas la obesidad como el estado depresivo.

De no actuar de esta manera existe el riesgo de no tomar en cuenta los problemas emocionales, causa y consecuencia del exceso del peso corporal y fracasar en el intento de incorporar nuevos conocimiento y hábitos con el fin de adelgazar.

Cuando se reduce de peso también comienzan a disminuir las manifestaciones de depresión. Pero para aquellos obesos cuya causa primaria en sus vidas es el estrés y otros sentimientos negativos, es dificultoso lograr la reducción del peso corporal si antes no son resueltos los problemas emocionales. En estos casos la obesidad es la consecuencia y no la causa.

La obesidad es uno de los problemas de salud más graves y de más rápido crecimiento en el mundo, merma la calidad de vida e incrementa el riesgo de muchas condiciones médicas serias, como la hipertensión arterial, problemas cardíacos, accidentes cerebrovasculares, alteración del colesterol y otros lípidos, diabetes mellitus tipo 2, enfermedades de la vesícula biliar y variados tipos de cáncer, entre otras. También es causa de depresión.

Su origen está asociado al consumo calórico por encima de las necesidades, la reducción progresiva del gasto calórico, o a la asociación de ambos factores.

Enfrentar la obesidad requiere una cultura nutricional y un equilibrio psíquico, para la aplicación de herramientas mentales adecuadas. También precisa un fortalecimiento interno del paciente, básico para obtener resultados perdurables y óptimos mediante algunos "bastones" que den seguridad y confianza en la búsqueda permanente de metas y objetivos claros, como la obtención de la salud, mejor estética de la figura, mayor eficiencia corporal y mental, o una combinación de varios o de todos ellos.

Bajar de peso no es tan difícil como parece o se cree. Lograrlo con éxito y de manera permanente solo requiere determinación, persistencia y algunos conocimientos nutricionales.

Artículo del Dr. Alberto Quirantes Hernández (cubaweb.cu)


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