miércoles, 19 de junio de 2013

Howard Taft, el primer Presidente obeso en EU

William Howard Taft es reconocido por muchos historiadores como el primer mandatario estadounidense obeso y, a pesar de lidiar contra esa condición, fue una pesada cadena que arrastró durante toda la existencia. Las bromas relativas a que quedó atascado en su bañera de la Casa Blanca el día de su asunción al poder, desde hace mucho forman parte de la cultura popular estadounidense

Howard Taft era político, jurista y administrador cuando se convirtió en el vigésimo séptimo presidente de los Estados Unidos, donde ostentó el poder de 1909 a 1913. Su presidencia estuvo marcada por la tendencia a suprimir algunas políticas populares del predecesor en el cargo, Theodore Roosevelt (1901-1909), especialmente en la cuestión de los aranceles. Este antagonismo provocó una división dentro del Partido Republicano y le trajo muchos enemigos poderosos a Taft.

Resulta un hecho comprobado que el presidente Taft mandó a instalar una bañera enorme, la cual permitía la presencia de cuatro hombres en su interior, y también existen fotos difundidas con quienes la colocaron posando dentro de ella. Con sus más de 330 libras de peso, el mandatario era muy sensible y se acomplejaba con los chistes que se relataban contra las personas obesas; por eso optó por hacer lo cuanto hace la mayoría de los gobernantes en Estados Unidos, es decir, mentir.

Durante el discurso del 5 de agosto de 1910, juró que en la Casa Blanca no existía una tina ejecutiva especial de exageradas proporciones; la evidencia de esta mentira apareció en casi todos los medios de prensa dos años después, cuando el presidente trasladó a un crucero de guerra la bañera gigante con la cual viajaba a todos lados. La colocación con gran sigilo del misterioso utensilio de aseo en el crucero “Arkansas” fue descubierta por algunos periodistas curiosos que cubrían el viaje del mandatario al Canal de Panamá.

El contrincante electoral de Taft, el ex presidente Theodore Roosevelt, fue el primero en lanzar cáusticos vituperios por la gordura del estadista y lo calificó de “comelón compulsivo, con el cerebro de un puerco, e incapaz de dirigir eficientemente a una potencia”.

Los detractores comenzaron a burlarse de Taft sin ningún tipo de misericordia, y esto hizo que fracasaran estrepitosamente sus intentos por lograr la reelección en 1912. Al dejar el cargo, logró bajar 70 libras de su voluminosa humanidad, al someterse a una férrea dieta, la cual demandó ingentes esfuerzos de su parte.

Fuente.- bolpress.com

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