Imagen tomada de necesitodetodos.org |
No importa si es niña o niño, ni su raza ni su condición económica. Tampoco si saca mejores o peores notas. Basta con que el pequeño sea obeso para que tenga mayor riesgo de sufrir acoso en la escuela. Así lo confirma un estudio publicado en 'Pediatrics'.
Estudios previos también han asociado la obesidad y el 'bullying' en los niños. Sin embargo, no han valorado la influencia de otros factores como el estatus socioeconómico, la raza y el éxito académico. "Este es el primer trabajo que lo hace y además es el único que determina las edades en las que existe más acoso, concretamente entre los ocho y nueve años", afirma Julie Lumeng, principal autora de la investigación y profesora del departamento de Pediatría de la Universidad de Michigan (Estados Unidos).
"En estas edades, los niños se fijan mucho en el aspecto externo para elaborar un concepto de los demás. Los alumnos que ejercen este acoso escolar se sirven de cualquier rasgo físico destacado para convertir a alguien en objeto de burla: porque lleve gafas, por cuestiones raciales, por obesidad...", explica Valentín Martínez-Otero, doctor en Psicología y Pedagogía de la Universidad Complutense de Madrid.
Con el objetivo de asociar la obesidad y el acoso escolar, dos de los problemas con mayor relevancia en estas edades, los investigadores analizaron a un total de 821 niños entre ocho y 11 años. El 17% de ellos tenía obesidad, el 15% sobrepeso, el 50% eran niños y el 81% de raza blanca. En todos ellos, el grupo de expertos evaluó la relación entre el peso de los jóvenes, los factores mencionados anteriormente y sus probabilidades de ser el objeto de abusos y amenzas por parte de otros alumnos.
Para ello, tanto las madres como los profesores y los propios niños respondían a los cuestionarios facilitados para el estudio. Según se extrae del estudio, el 25% de los pequeños reconocía su situación de acoso escolar. Según sus profesores, el porcentaje ascendía al 34% y atendiendo a la información facilitada por las madres, las víctimas de bullying constituían el 45%.
Como confirma Martínez-Otero, "muchas veces, estos procesos se atienen a la ley del silencio. Los propios alumnos acosados no cuentan lo que les sucede. Suelen ser personas cercanas, normalmente los padres o los profesores, quienes lo detectan. Existen indicadores externos (hematomas) o pistas como cambios de conducta repentinos (mutismo, peor rendimiento académico)".
Estos porcentajes de afectación apenas variaban cuando se tenían en cuenta el resto de los factores analizados. "Ser obeso, por sí solo, incrementa el riesgo de ser víctima de acoso escolar", concluyen los autores. "Esperamos que estos resultados sean útiles para identificar a los niños más susceptibles y para desarrollar intervenciones que ayuden a evitar este tipo de situaciones", añaden.
Además, teniendo en cuenta estos resultados, "los médicos que tratan a los niños obesos deberían considerar el posible acoso que pueden estar sufriendo, apostilla Lumeng.
Estudios previos también han asociado la obesidad y el 'bullying' en los niños. Sin embargo, no han valorado la influencia de otros factores como el estatus socioeconómico, la raza y el éxito académico. "Este es el primer trabajo que lo hace y además es el único que determina las edades en las que existe más acoso, concretamente entre los ocho y nueve años", afirma Julie Lumeng, principal autora de la investigación y profesora del departamento de Pediatría de la Universidad de Michigan (Estados Unidos).
"En estas edades, los niños se fijan mucho en el aspecto externo para elaborar un concepto de los demás. Los alumnos que ejercen este acoso escolar se sirven de cualquier rasgo físico destacado para convertir a alguien en objeto de burla: porque lleve gafas, por cuestiones raciales, por obesidad...", explica Valentín Martínez-Otero, doctor en Psicología y Pedagogía de la Universidad Complutense de Madrid.
Con el objetivo de asociar la obesidad y el acoso escolar, dos de los problemas con mayor relevancia en estas edades, los investigadores analizaron a un total de 821 niños entre ocho y 11 años. El 17% de ellos tenía obesidad, el 15% sobrepeso, el 50% eran niños y el 81% de raza blanca. En todos ellos, el grupo de expertos evaluó la relación entre el peso de los jóvenes, los factores mencionados anteriormente y sus probabilidades de ser el objeto de abusos y amenzas por parte de otros alumnos.
Para ello, tanto las madres como los profesores y los propios niños respondían a los cuestionarios facilitados para el estudio. Según se extrae del estudio, el 25% de los pequeños reconocía su situación de acoso escolar. Según sus profesores, el porcentaje ascendía al 34% y atendiendo a la información facilitada por las madres, las víctimas de bullying constituían el 45%.
Como confirma Martínez-Otero, "muchas veces, estos procesos se atienen a la ley del silencio. Los propios alumnos acosados no cuentan lo que les sucede. Suelen ser personas cercanas, normalmente los padres o los profesores, quienes lo detectan. Existen indicadores externos (hematomas) o pistas como cambios de conducta repentinos (mutismo, peor rendimiento académico)".
Estos porcentajes de afectación apenas variaban cuando se tenían en cuenta el resto de los factores analizados. "Ser obeso, por sí solo, incrementa el riesgo de ser víctima de acoso escolar", concluyen los autores. "Esperamos que estos resultados sean útiles para identificar a los niños más susceptibles y para desarrollar intervenciones que ayuden a evitar este tipo de situaciones", añaden.
Además, teniendo en cuenta estos resultados, "los médicos que tratan a los niños obesos deberían considerar el posible acoso que pueden estar sufriendo, apostilla Lumeng.
Fuente.- elmundo.es
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