Una investigación realizada por la Universidad de Finlandia del Este encontró que comer un desayuno, almuerzo, cena y dos snacks ayuda a mantener el peso adecuado, incluso en los adolescentes con una tendencia genética a engordar.
"Nuestros hallazgos recalcan la importancia de enfocarse como familia en la prevención de la obesidad infantil. Además, es importante ser conscientes de que los genotipos que predisponen al aumento de peso pueden ser modificados con hábitos saludables como la frecuencia regular de las comidas", afirma Anne Jääskeläinen, experta que condujo el estudio.
Los expertos trabajaron con 4000 voluntarios desde su gestación hasta la edad de 16 años. El objetivo fue identificar factores de riesgo tempranos para la obesidad, para ver si a frecuencia de las comidas modifica la tendencia de los jóvenes a engordar.
Jääskeläinen observó que los chicos que consumían cinco comidas regularmente tenían un riesgo menor de desarrollar obesidad. Y la tendencia genética a engordar se vio atenuada en los participantes que mantenían este buen hábito.
Por el contrario, saltearse el desayuno se asoció con un mayor peso y circunferencia de la cintura.
Los investigadores también encontraron que si las mamás engordaban más de siete kilos en las primeras 20 semanas del embarazo, aumentaba el riesgo de que sus bebés desarrollaran obesidad. Sin embargo, la obesidad previa al embarazo fue un factor de riesgo mucho mayor.
Y la obesidad del papá antes del embarazo fue tan importante como el aumento de peso de la mamá durante el embarazo en el riesgo de que los chicos desarrollen obesidad.
Fuente.- yahoo.com
"Nuestros hallazgos recalcan la importancia de enfocarse como familia en la prevención de la obesidad infantil. Además, es importante ser conscientes de que los genotipos que predisponen al aumento de peso pueden ser modificados con hábitos saludables como la frecuencia regular de las comidas", afirma Anne Jääskeläinen, experta que condujo el estudio.
Los expertos trabajaron con 4000 voluntarios desde su gestación hasta la edad de 16 años. El objetivo fue identificar factores de riesgo tempranos para la obesidad, para ver si a frecuencia de las comidas modifica la tendencia de los jóvenes a engordar.
Jääskeläinen observó que los chicos que consumían cinco comidas regularmente tenían un riesgo menor de desarrollar obesidad. Y la tendencia genética a engordar se vio atenuada en los participantes que mantenían este buen hábito.
Por el contrario, saltearse el desayuno se asoció con un mayor peso y circunferencia de la cintura.
Los investigadores también encontraron que si las mamás engordaban más de siete kilos en las primeras 20 semanas del embarazo, aumentaba el riesgo de que sus bebés desarrollaran obesidad. Sin embargo, la obesidad previa al embarazo fue un factor de riesgo mucho mayor.
Y la obesidad del papá antes del embarazo fue tan importante como el aumento de peso de la mamá durante el embarazo en el riesgo de que los chicos desarrollen obesidad.
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