Los estadounidenses consideran que la epidemia de obesidad en la nación es azuzada por el hecho de que pasan demasiado tiempo ante el televisor e ingieren comida rápida barata, halló una encuesta, pero se muestran divididos en torno a qué tanto debería hacer el gobierno para reducirla.
La mayoría se muestran renuentes a aceptar las políticas que intentarían forzar a la población a comer alimentos más saludables al establecer límites en las opciones a elegir, de acuerdo con el sondeo efectuado por The Associated Press y el Centro NORC para la Investigación de Asuntos Públicos.
Una tercera parte de la gente dice que el gobierno debería estar profundamente involucrado en encontrar formas para disminuir la obesidad, al tiempo que una proporción similar desea que desempeñe un papel reducido o ninguno. El resto se encuentra en algún punto a la mitad de ambas opiniones.
¿Requerir más actividad física en las escuelas, o proporcionar directrices nutricionales para ayudar a la gente a tomar mejores decisiones? Desde luego, ocho de cada 10 personas respaldan esos pasos. ¿Hacer que los restaurantes pongan el conteo de calorías en sus menús, como se apresta a hacerlo la Administración de Alimentos y Medicinas? Aproximadamente el 70% de la gente piensa que es buena idea.
"Es un primer paso", dijo Jadijah Al-Amin, de 52 años, de Coatesville, Pensilvania. "El contenido de grasa debería ser colocado en letras rojas, no sólo como un dato más. De la misma forma en que avisan que algo es venenoso, de manera que cuando uno lo ve, queda completamente al tanto".
Pero casi seis de cada 10 personas encuestadas se oponen a aplicar impuestos a los alimentos no saludables, conocidos como gravámenes a las sodas o a la grasa.
Y cuando se trata de restringir qué es lo que la gente puede comprar - como la reciente prohibición en la ciudad de Nueva York a la venta de sodas de gran tamaño en restaurantes - tres cuartas partes de las personas se oponen completamente.
"El prohibir las bebidas azucaradas es algo tonto, simple y llanamente", dijo Keith Donner, de 52 años, de Miami, quien prefiere que se le enseñe a los escolares a comer mejor y hacer ejercicio.
"La gente simplemente debería ver lo que le hace daño y decir: `Eso no es para mí'. Creo que empieza cuando son jóvenes y están en la escuela", agregó.
De hecho, aunque tres cuartas partes de los estadounidenses consideran que la obesidad es un grave problema de salud en la nación, la mayoría de los encuestados dicen que hacer frente a ello depende de cada individuo.
Sólo una tercera parte considera que la obesidad es un problema de la comunidad en cuya solución deberían participar los gobiernos, las escuelas, los proveedores de servicios de salud y la industria de los alimentos. El 12% dijo que para combatirla se requiere el trabajo tanto de los individuos como de la comunidad.
El sondeo AP-Centro NORC se llevó a cabo del 21 de noviembre al 14 de diciembre. Consistió en entrevistas vía teléfonos fijos y celulares a 1.011 adultos a nivel nacional y tiene un margen de error en la muestra de más o menos 4,2 puntos porcentuales.
La mayoría se muestran renuentes a aceptar las políticas que intentarían forzar a la población a comer alimentos más saludables al establecer límites en las opciones a elegir, de acuerdo con el sondeo efectuado por The Associated Press y el Centro NORC para la Investigación de Asuntos Públicos.
Una tercera parte de la gente dice que el gobierno debería estar profundamente involucrado en encontrar formas para disminuir la obesidad, al tiempo que una proporción similar desea que desempeñe un papel reducido o ninguno. El resto se encuentra en algún punto a la mitad de ambas opiniones.
¿Requerir más actividad física en las escuelas, o proporcionar directrices nutricionales para ayudar a la gente a tomar mejores decisiones? Desde luego, ocho de cada 10 personas respaldan esos pasos. ¿Hacer que los restaurantes pongan el conteo de calorías en sus menús, como se apresta a hacerlo la Administración de Alimentos y Medicinas? Aproximadamente el 70% de la gente piensa que es buena idea.
"Es un primer paso", dijo Jadijah Al-Amin, de 52 años, de Coatesville, Pensilvania. "El contenido de grasa debería ser colocado en letras rojas, no sólo como un dato más. De la misma forma en que avisan que algo es venenoso, de manera que cuando uno lo ve, queda completamente al tanto".
Pero casi seis de cada 10 personas encuestadas se oponen a aplicar impuestos a los alimentos no saludables, conocidos como gravámenes a las sodas o a la grasa.
Y cuando se trata de restringir qué es lo que la gente puede comprar - como la reciente prohibición en la ciudad de Nueva York a la venta de sodas de gran tamaño en restaurantes - tres cuartas partes de las personas se oponen completamente.
"El prohibir las bebidas azucaradas es algo tonto, simple y llanamente", dijo Keith Donner, de 52 años, de Miami, quien prefiere que se le enseñe a los escolares a comer mejor y hacer ejercicio.
"La gente simplemente debería ver lo que le hace daño y decir: `Eso no es para mí'. Creo que empieza cuando son jóvenes y están en la escuela", agregó.
De hecho, aunque tres cuartas partes de los estadounidenses consideran que la obesidad es un grave problema de salud en la nación, la mayoría de los encuestados dicen que hacer frente a ello depende de cada individuo.
Sólo una tercera parte considera que la obesidad es un problema de la comunidad en cuya solución deberían participar los gobiernos, las escuelas, los proveedores de servicios de salud y la industria de los alimentos. El 12% dijo que para combatirla se requiere el trabajo tanto de los individuos como de la comunidad.
El sondeo AP-Centro NORC se llevó a cabo del 21 de noviembre al 14 de diciembre. Consistió en entrevistas vía teléfonos fijos y celulares a 1.011 adultos a nivel nacional y tiene un margen de error en la muestra de más o menos 4,2 puntos porcentuales.
Fuente.- Telemundo52.com
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