Cada vez son más las investigaciones que señalan que acumular kilos de
más desde la infancia sólo sirve para hipotecar el futuro. A esta ya
larga lista de trabajos se ha unido esta semana un artículo publicado en
la revista 'Archives of Internal Medicine' cuyas conclusiones
demuestran hasta qué punto son largos los tentáculos de la obesidad
infantil.
Según sus datos, tener sobrepeso en la adolescencia aumenta considerablemente las posibilidades de padecer problemas renales graves en el futuro. "Hemos visto que tener un índice de masa corporal alto en estas edades se asocia con un riesgo significativamente más elevado de enfermedad renal terminal", comentan los autores del trabajo, dirigidos por Asaf Vivante, del Cuerpo Médico de las Fuerzas Armadas israelíes.
Para llegar a estas conclusiones, reealizaron un seguimiento durante una media de 25 años a casi dos millones de jóvenes de 17 años que se habían sometido a un reconocimiento médico antes de realizar el servicio militar entre 1967 y 1997.
Entre otras pruebas, este chequeo incluía una medición del peso y la talla y un control de marcadores de enfermedad renal en la orina, lo que permitió excluir del estudio a aquellos que ya presentaban algún trastorno de riñón previo.
La evolución de los chicos estudiados destapó una asociación entre los kilos de más y los problemas renales. Así, quienes padecían sobrepeso a los 17 años tenían hasta tres veces más riesgo de desarrollar un estadio terminal de enfermedad renal [el paciente necesita diálisis o incluso un trasplante]. En el caso de los chicos con obesidad, este riesgo era siete veces mayor.
Con todo, el riesgo total de padecer una trastorno grave de riñón no fue muy alto. A lo largo de la investigación, desarrollaron este daño un total de 874 personas, lo que supone una tasa de incidencia de 3 casos por cada 100.000 personas al año.
Diabetes y riñón
En su análisis, los investigadores vieron que en un número elevado de casos, los problemas renales se debían a la presencia de diabetes (el daño en el riñón es uno de los principales trastornos causados por esa patología), aunque también pudieron comprobar que un porcentaje no desdeñable padecía daños en el riñón y no era diabético.
Este dato, aseguran, demuestra que hay otros mecanismos aún desconocidos que contribuyen claramente a que las personas con sobrepeso desarrollen un problema renal, por lo que reclaman más estudios al respecto.
Para Empar Lurbe, pediatra que dirige un gurpo de investigación sobre obesidad infantil en el Centro de Investigación en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn), sería importante, además, saber cómo influyen los distintos cambios de peso en el riesgo de problemas renales (el trabajo sólo contaba con una medición) o cómo ha sido la evolución de los pacientes, entre otros datos.
"Trabajos como este son importantes porque la mayoría de los estudios que se habían hecho hasta ahora en este sentido sólo estudiaban a adultos", comenta. "Son datos importantes porque vuelven a demostrar que la obesidad es un problema multifactorial y multiorgánico y que tiene mucho impacto a corto, medio y largo plazo", añade.
"La buena noticia es que en nuestras manos está la solución. Y pasa por generar hábitos de vida saludables desde la infancia", concluye.
Según sus datos, tener sobrepeso en la adolescencia aumenta considerablemente las posibilidades de padecer problemas renales graves en el futuro. "Hemos visto que tener un índice de masa corporal alto en estas edades se asocia con un riesgo significativamente más elevado de enfermedad renal terminal", comentan los autores del trabajo, dirigidos por Asaf Vivante, del Cuerpo Médico de las Fuerzas Armadas israelíes.
Para llegar a estas conclusiones, reealizaron un seguimiento durante una media de 25 años a casi dos millones de jóvenes de 17 años que se habían sometido a un reconocimiento médico antes de realizar el servicio militar entre 1967 y 1997.
Entre otras pruebas, este chequeo incluía una medición del peso y la talla y un control de marcadores de enfermedad renal en la orina, lo que permitió excluir del estudio a aquellos que ya presentaban algún trastorno de riñón previo.
La evolución de los chicos estudiados destapó una asociación entre los kilos de más y los problemas renales. Así, quienes padecían sobrepeso a los 17 años tenían hasta tres veces más riesgo de desarrollar un estadio terminal de enfermedad renal [el paciente necesita diálisis o incluso un trasplante]. En el caso de los chicos con obesidad, este riesgo era siete veces mayor.
Con todo, el riesgo total de padecer una trastorno grave de riñón no fue muy alto. A lo largo de la investigación, desarrollaron este daño un total de 874 personas, lo que supone una tasa de incidencia de 3 casos por cada 100.000 personas al año.
Diabetes y riñón
En su análisis, los investigadores vieron que en un número elevado de casos, los problemas renales se debían a la presencia de diabetes (el daño en el riñón es uno de los principales trastornos causados por esa patología), aunque también pudieron comprobar que un porcentaje no desdeñable padecía daños en el riñón y no era diabético.
Este dato, aseguran, demuestra que hay otros mecanismos aún desconocidos que contribuyen claramente a que las personas con sobrepeso desarrollen un problema renal, por lo que reclaman más estudios al respecto.
Para Empar Lurbe, pediatra que dirige un gurpo de investigación sobre obesidad infantil en el Centro de Investigación en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn), sería importante, además, saber cómo influyen los distintos cambios de peso en el riesgo de problemas renales (el trabajo sólo contaba con una medición) o cómo ha sido la evolución de los pacientes, entre otros datos.
"Trabajos como este son importantes porque la mayoría de los estudios que se habían hecho hasta ahora en este sentido sólo estudiaban a adultos", comenta. "Son datos importantes porque vuelven a demostrar que la obesidad es un problema multifactorial y multiorgánico y que tiene mucho impacto a corto, medio y largo plazo", añade.
"La buena noticia es que en nuestras manos está la solución. Y pasa por generar hábitos de vida saludables desde la infancia", concluye.
Fuente.- elmundo.es
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