Cuando los riñones de su madre empezaron a fallar hace tres años, Ed Guillen sabía lo que tenía que hacer: donarle uno de los suyos. Pero Guillen quedó sorprendido durante una llamada telefónica con la Clínica de trasplantes de riñón de Stanford. No podía ser donante, sin que fuera necesario ver las pruebas genéticas.
Con un 1.7 metros de altura y 127 kilos, Guille, un desarrollador de software de 39 años de Redmond, era considerado muy pesado como para donar un órgano sin potencialmente dañar su propia salud. En la clínica le dijeron que necesitaría perder más de 30 kilos antes de ser considerado un candidato. Es una consecuencia más de la obesidad de los estadounidenses: un número creciente de potenciales donantes no pueden hacerlo por su peso.
"Es una lucha que creo cada centro de trasplante tiene que enfrentar", dijo la doctora Sandra Taler, nefróloga de la Clínica Mayo que estudia la salud de los donantes en vida. El crecimiento en la obesidad ha generado un pequeño pero creciente esfuerzo en mirar con más atención la salud de los donantes obesos, cuyos riesgos no han sido completamente entendidos.
No hay un límite de peso, pero cerca de la mitad de los centros de trasplantes permiten un máximo de 35 en el índice de masa corporal para los donantes. Cerca de un 10% no permite donantes con más de 30 en el índice, cifra considerada generalmente como el indicador de la obesidad. El resto permite que gente más grande done.
"Parte de la falta de donantes en vida de riñón se debe a los estrictos criterios que aplicamos", afirma la dra. Mala Sachdeva del Centro del hospital de la Universidad North Shore de Long Island, donde 23 de los 104 donantes que consultaron en el centro durante los últimos tres años han sido obesos mórbidos, superando el índice de masa corporal de 35. Tres de ellos bajaron de peso para donar.
La información en Estados Unidos sobre cuántos donantes son rechazados por obesidad es poca, pero los expertos sospechan que las cifras son significativas. Esto ocurre cuando más de 92 mil personas están esperando un trasplante de riñón en EE.UU., y las enfermedades de riñón siguen creciente, en muchos casos por casos de diabetes e hipertensión relacionados con obesidad.
Pero aunque unos centros se preocupan más de los riesgos, el porcentaje de donantes obesos aceptados ha subido a cerca de un 20% en 2008, comparado con un 14% en 2000. Los donantes con índice de masa corporal superior a 35 siguen siendo poco comunes, con un 2% de todos los trasplantes.
Las complicaciones de mayor riesgo para un donante obeso durante la cirugía no suelen existir. Lo que preocupa a los doctores es la salud en los años posteriores a la operación, ya que la obesidad aumenta el riesgo de una enfermedad al riñón. "La pregunta es, si tienes un riñón ¿tienes más riesgo de tener una falla de riñón que si tuvieras dos?", afirma Taller. "Uno pensaría que es una respuesta obvia, pero no lo es".
Los donantes saludables de peso normal, cuyos riesgos son más conocidos, tienen similares o incluso menores riesgos de sufrir una falla de riñones, en comparación con la población general. Pero no hay estudios a largo plazo en donantes obesos. Los doctores temen que el único riñón en los donantes obesos pueda sufrir mucha exigencia, generando más riesgo de enfermedad.
Los riñones representan la mayoría de los órganos donados en vida, pero la obesidad también es un problema en los donantes de hígado, que dan parte del órgano. Los potenciales donantes obesos, muertos o vivos, suelen tener enfermedad de hígado grado, que hace que el proceso sea más riesgoso para el donante y menos efectivo para el receptor.
Mientras algunos centros de trasplante ofrecen acceso a nutricionistas para los donantes, los pacientes suelen tener que buscar otra opción para perder peso si quieren cumplir los requisitos de donación. Y un peso aceptable al momento de donar no es garantía de que no vaya a subir después.
Los defensores de la salud de los donantes esperan que más centros de trasplantes y los hospitales vean los seguimientos de los donantes como una oportunidad de que las personas se preocupen de su cuerpo. Por ejemplo, Alysun Deckert, nutricionista y maratonista de la Universidad de Washington, dirige el "Equipo Trasplante", un grupo de corredores formado por más de 100 trasplantados, donantes y funcionarios médicos.
Guillen, quien quería donarle un riñón a su madre, entró a un programa que lo guió y le ayudó con sesiones de entrenamiento personal. Bajó 40 kilos en ocho meses, a través de una rutina de trote y levantamiento de pesas. Finalmente pudo donarle el órgano a su madre y ahora ambos se encuentran bien.
Fuente.- emol.com
Con un 1.7 metros de altura y 127 kilos, Guille, un desarrollador de software de 39 años de Redmond, era considerado muy pesado como para donar un órgano sin potencialmente dañar su propia salud. En la clínica le dijeron que necesitaría perder más de 30 kilos antes de ser considerado un candidato. Es una consecuencia más de la obesidad de los estadounidenses: un número creciente de potenciales donantes no pueden hacerlo por su peso.
"Es una lucha que creo cada centro de trasplante tiene que enfrentar", dijo la doctora Sandra Taler, nefróloga de la Clínica Mayo que estudia la salud de los donantes en vida. El crecimiento en la obesidad ha generado un pequeño pero creciente esfuerzo en mirar con más atención la salud de los donantes obesos, cuyos riesgos no han sido completamente entendidos.
No hay un límite de peso, pero cerca de la mitad de los centros de trasplantes permiten un máximo de 35 en el índice de masa corporal para los donantes. Cerca de un 10% no permite donantes con más de 30 en el índice, cifra considerada generalmente como el indicador de la obesidad. El resto permite que gente más grande done.
"Parte de la falta de donantes en vida de riñón se debe a los estrictos criterios que aplicamos", afirma la dra. Mala Sachdeva del Centro del hospital de la Universidad North Shore de Long Island, donde 23 de los 104 donantes que consultaron en el centro durante los últimos tres años han sido obesos mórbidos, superando el índice de masa corporal de 35. Tres de ellos bajaron de peso para donar.
La información en Estados Unidos sobre cuántos donantes son rechazados por obesidad es poca, pero los expertos sospechan que las cifras son significativas. Esto ocurre cuando más de 92 mil personas están esperando un trasplante de riñón en EE.UU., y las enfermedades de riñón siguen creciente, en muchos casos por casos de diabetes e hipertensión relacionados con obesidad.
Pero aunque unos centros se preocupan más de los riesgos, el porcentaje de donantes obesos aceptados ha subido a cerca de un 20% en 2008, comparado con un 14% en 2000. Los donantes con índice de masa corporal superior a 35 siguen siendo poco comunes, con un 2% de todos los trasplantes.
Las complicaciones de mayor riesgo para un donante obeso durante la cirugía no suelen existir. Lo que preocupa a los doctores es la salud en los años posteriores a la operación, ya que la obesidad aumenta el riesgo de una enfermedad al riñón. "La pregunta es, si tienes un riñón ¿tienes más riesgo de tener una falla de riñón que si tuvieras dos?", afirma Taller. "Uno pensaría que es una respuesta obvia, pero no lo es".
Los donantes saludables de peso normal, cuyos riesgos son más conocidos, tienen similares o incluso menores riesgos de sufrir una falla de riñones, en comparación con la población general. Pero no hay estudios a largo plazo en donantes obesos. Los doctores temen que el único riñón en los donantes obesos pueda sufrir mucha exigencia, generando más riesgo de enfermedad.
Los riñones representan la mayoría de los órganos donados en vida, pero la obesidad también es un problema en los donantes de hígado, que dan parte del órgano. Los potenciales donantes obesos, muertos o vivos, suelen tener enfermedad de hígado grado, que hace que el proceso sea más riesgoso para el donante y menos efectivo para el receptor.
Mientras algunos centros de trasplante ofrecen acceso a nutricionistas para los donantes, los pacientes suelen tener que buscar otra opción para perder peso si quieren cumplir los requisitos de donación. Y un peso aceptable al momento de donar no es garantía de que no vaya a subir después.
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